-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

21.12.11

La marcha de Yepes



1.Desde hace un par de días, tal vez más, resuena en mi cabeza esta marcha irlandesa. La posteó una amiga recién estrenada del facebook y hubo algo que activó otra cosa. No lo sé. Le doy vueltas y vueltas. Como las cajitas musicales que empalman una y otra vez la misma melodía. Mi hijo ya escuchó como tres versiones distintas . Yo las escuché también, cómo no escucharlas si él pone el volumen a tope, pero nada. Ni un pelo me tocaron.
En cambio, esta que posteó mi amiga, sí. Y si alguno intenta reírse de mi facilidad con que bautizo a la gente que conozco como amigos, les digo que piensen un poquito nada más en gente de su familia que los haya traicionado, que se haya vuelto de espaldas cuando más la necesitaban, y ahí está el porqué de mi sobre dimensión a los amigos de la vida. Hay momentos en que llegan ángeles, no tengo otra forma de llamarles -perdonen mi religiosidad-, que llegan justo cuando uno está a punto de perder el equilibrio, de patear el banquillo. Antes de que la cuerda apriete el cuello y diga basta, antes de que la dosis sea demasiado alta, antes de que las ruedas del coche te amasen como un canelón, llegan ellos. Los enviados. Los ángeles. Los que  suben a su muro de facebook alguna música sin querer y paf, te dan un cachetazo de infancia, de conexión, de eje, no sé bien cómo lo logran, pero quizá como esos traumatólogos que están tan bien entrenados que en un minuto te colocan un hueso en su lugar sin que vos te des cuenta del dolor.
Estas gentes, para mí, pasan a llamarse amigos. Y amigos para siempre. Aunque no los vea más. Nunca más. Aunque no les pueda devolver jamás lo que me dieron.  Cómo hacerlo? Cómo provocar lo mismo , esa conexión fantástica con nuestra infancia sin haberla compartido, ese re-ubicarnos en nuestro eje sin saber cuál es?
Hay gente que compartió útero, y no tiene la capacidad ni la magia de estos ángeles, sí...rían nomás, estos ángeles del deseo de Wim Wenders , que flotando en el espacio llegan y tocan el timbre de casa en el instante preciso? Y aunque lo digo por experiencia, no lo tomen literalmente, porque ya veo que uff...la que se me arma ahora. Ja!.
2. Desde ese día, en que escuché esta marcha por vez primera, y decir esto a los veinticuatro años es una cosa, y decirlo a los cuarenta y ocho es otra, ¿no? desde ese día, les contaba, que me despierto con la marchita en la cabeza. ¿En el hipotálamo? ¿El los lóbulos frontales?  No sé. Adentro. Está adentro. Y suena. La cuerda de la cajita de música soy yo al moverme. ¿La hora en que suena con más potencia? El despertar. Sean las tres de la tarde o las seis de la mañana. No importa. Suena. Tan tan tarantán- tan, tan tarantán tan tan...y así.
¿Que estoy loca? Ya lo sé. ¿ Y ?
3. Hoy después de algunos días de calor insoportable, de sol que me angustiaba porque es verano en Buenos Aires, y hay que cerrar persianas y prender ventiladores, y mojarse a cada rato, hoy, llegó la tregua. Desperté con el brillo del gris en mis pestañas. Y así, como la Wander Woman de nuestra infancia, me convertí en un pispás en madre perfecta, tía perfecta, sobrina perfecta, y detengámonos ya.
Como buena madre, me puse a hacer unas natillas que desde ayer quería hacer, pero había que revolver mucho tiempo al lado del fuego y la sensación térmica del día de ayer no me lo permitió. Hoy, mientras revolvía, durante ese tiempo que es eterno hasta que la leche va tomando espesor y a la cuchara de madera le va oponiendo cada vez más resistencia, la marcha irlandesa en versión Yepes me acompañaba desde dentro. Recordaba cuándo fue que dejé de ser madre abnegada y ama de casa juiciosa, cuándo me empezó a importar más escribir que cocinar, desde cuándo escribo en computadora o notebook y no a mano como siempre lo hice, qué le pasó por la cabeza a la gente que me retiró el saludo después del asunto con el pendejo, no eran acaso ellos los defensores de quebrar toda regla, toda norma, no se jactaban acaso de buscar oscuridad y sentirse atraídos por los personajes oscuros de la vida? Cómo estaría rindiendo mi sobrino? Sabría que lo querré siempre, siempre, siempre, como a mi hijo, haga lo que haga, diga lo que diga? De dónde sale ese sentimiento atroz de defensa de un hijo, o sobrino en este caso, de no poder despegar su carita tierna, su baba , su olor a leche, de su imagen actual, despreocupada  e indiferente, cruel a veces, resolviendo con un No me di cuenta! nuestro planteo de ¿por qué me lo hiciste? clavándonos un tenedor en las venas como el hijo de la protagonista de La luna , de Bertolucci? Mi madre siempre me decía que yo era tágica. Mi hermana , lo sigue diciendo, que soy exagerada e hipensensible.  Mi psiquiatra demasiado humilde y además, culposa al pedo. Hooombre! Empezáramos! por qué no se ponen de acuerdo no? Pues nada, las natillas ya estaban listas y yo seguía, tan tan tarantán, tan tan tarantán...
4. En eso vino mi tía, y cuando viene mi tía, viene mi tía. Es lo más lindo que hay en la tierra pero hay que detener las rotativas. Ella con sus ochenta y cinco años y su bastón , merece eso y algo más. Pero mínimamente eso. Que la leche, que los huesos, que el tiempo...y yo, tan tan tarantán- tan tan-tarantán...que sí tía que está a dos con cuarenta en el Día, por lo menos yo la compré a ese precio el otro día. No...dos con cuarenta y nueve. Tan tan tarantán...Puede ser tía, puede ser, pero más o menos, a ese precio. Porque mirá, si vas acá  a los chinos, tienen la misma pero al doble!. tan tan tarantán, tan tan tarantán. Bueno, te dejo que se me va a hacer tarde , ¿necesitás algo?¿ Qué? ¿Mi tía, a sus ochenta y cinco , con su bastón y su pinta de viejita francesa de el inspector Clouseau me dice si yo necesito algo? No tía, le digo, y la acompaño unos pasos, pero la marcha vuelve a empezar, esta vez para recordarla a mi tía hace veinte años, hablando  de su madre como la sorda, gritándole en esloveno, para que la escuche. Cómo te la da la vida. Lo que hacés recibís. Ella que tenía oído de tísica, ahora no escucha casi nada. Jamás por ejemplo, podremos ya, compartir la marcha irlandesa de Yepes, y eso me entristece. Está viejita. Y yo avanzo hacia allí, al mismo punto. Sin detenerme. Como todos. Aunque el tiempo , el jodido y relativo tiempo, se quede quieto. tan tán tarantán- tan tan tarantán.

Y eso es todo amigos, aunque no dije nada de lo que quería decir, no porque no lo pueda decir, sino porque ya se me fue de la cabeza, mientras fregaba pisos, lavaba el baño, separaba ropa oscura de clara, daba de comer a la gata, desayunaba ,
fumaba,
tendía,
estrujaba,
contaba,
pisaba,
marchaba como las estrellas que no veo en el cielo
porque es de día
marchaba
como los acordes de Yepes
y su guitarra.

Tan tan tarantán-tan tan tarantán...

(a María Cristina)

2 comentarios:

Mariluz GH dijo...

Sí que hay músicas que se nos clavan en lo más adentro y nos remueven situaciones imposibles sin esas notas...

Feliz Navidad, a pesar de todo y de todos, Di

un abrazo (o tres)

D.Laurencich dijo...

Mar y luz! no contestar ni hablar ni escribir no es lo msimo que no leer! te sigo y te abrazo siempre!!!