-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

19.11.11

Los flancos descubiertos

Me despierta la voz de una mujer ,no sé si es una testigo de Jehová, una política de tribuna barrial, o una experta en Avón de esas que siempre están en la esquina
con sus chiringuitos llenos de productos.
Me confunde. Su tono es el de experta, su vehemencia la de una fiel evangelista,
su arenga de política . El tema que suena de fondo es el de Eladia Blázquez.
Honrar la vida. Rarísimo para un sábado al mediodía. En esta esquina siempre hay hits de moda o cantatas de campaña. Ahora León Gieco. Mierda! ¿qué es lo que están diciendo en la esquina ?  Capaz que hablan de Siria, y me lo estoy perdiendo. Todo puede ser en esta Argentina poderosa y vibrante de hoy. Lo que ayer era un sueño, una verdadera utopía, hoy es tomado con la mayor naturalidad por todos. Los viejos, los cuaren(s)tones, como dice Beatriz Vigñoli en No somos perfectas, los adolescentes.
Huy! los adolescentes. Hay varios desparramados por la casa. Cierro todas las ventanas que dan a la calle. Me topo con cuerpos en colchones, hay más que uno,
contabilizo tres en la oscuridad pero quizá , sean más sean menos, a veces se amuchan, se juntan como sardinas, a veces duermen tan despatarrados que parecen dos.
Me hago un mate y pienso en lo que falta. Comida. Ya es casi la una y faltan víveres en esta casa. Pero me intimida salir, sin saber qué hay en la esquina. Ayer por ejemplo hubo una comparsa a la tarde, que intentaba recordarnos a los vecinos que era el día de Mac Donalds, mejor dicho, era el día que los arcos dorados -si uno se come un Big Mac- le donan el dinero al Garrahan, un hospital de niños modelo que tenemos los argentinos, y dónde se atiende a pibes con patologías raras de toda Sudamérica. Vendieron treinta y seis Big Mac. Balta, que me acompaña siempre en esta colaboración para el Hospital, hizo el cálculo y me dijo: por qué no le dan directamente dos palos verdes y se dejan de joder?. Me lo dijo zampándose mi triple hamburguesa, no? Yo le dije que tenía razón, pero si nosotros seguíamos colaborando con el día feliz, jamás lo harían. Nos fuimos de ahí con gusto a papa frita .
Sigue la mina en la esquina. Pienso en llamar a mi sobrina que vive cerca para preguntarle qué es eso. Y recuerdo que se mudó hace quince días.
El barrio va teniendo flancos descubiertos. Siento esa ausencia. Antes, cuando llegué a Buenos Aires, estaba casi toda mi familia en tres o cuatro manzanas a la redonda. Ahora hay huecos. Como en el juego de los barquitos. Tocado. Hundido.
Una casa más tomada por gente que desconozco. Mi mapa sentimental se va quedando rengo. Es casi como vivir en el extranjero, lejos de los amores familiares, de mis sobrinos.
Tengo la casa llena de pibes, pero ninguno de ellos son sobrinos. Serrat canta ahora esos locos bajitos desde los altoparlantes. Y recuerdo épocas en que esta casa estaba llena de bajitos. No locos. Bajitos.
Por suerte se despierta uno de los hijos postizos. Por suerte llama uno de mis sobrinos para decir  que hay un recital de Kapanga. Por suerte se despierta Balta y me dice que el Ades está podrido. Me lo dice con un ojo abierto y el otro todavía cerrado por el sueño.  Le digo que si no enchufa la heladera todo se pudre. Hasta nuestro corazón.
Mi mapa sentimental se van rearmando. De a poco, voy construyendo un sitio más íntimo que cuando llegué a esta casa. Es como un fuerte, desde el que hay que resistir. Aunque los flancos sigan descubiertos.

2 comentarios:

Mariluz GH dijo...

Sentí las mismas experiencias que esos cuaren(s)tones del libro de Vignoli (y creo que aún no lo he superado jajajajaja)

pero es precioso amanecer con la casa llena de jóvenes despatarrados durmiendo :)

Yo soy de las que han dejado más de un flanco al descubierto con mi marcha a otra ciudad... es inevitable que ocurra, aunque hay que conseguir que nunca se pierda el camino de regreso y saber hacerlo :)

abrazos reflexivos, señora que mañana -me temo- las gaviotas PePeras nos cagarán en la cabeza a más de muchos :(

D.Laurencich dijo...

Mariluz, que las gaviotas PePeras se esPeren un poco, que el pueblo español tenga la sabiduría, el valor y el discernimiento de no votar a ese asqueroso señor, que se quedó con la sangre en el ojo desde Atocha! besos domingueros.