-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

24.12.09

¿Usted es feliz?


Así me dijo el médico ayer. En tono de pregunta me lo dijo. Jamás me lo habían preguntado así. Con ese gesto adusto. La avenida Cabildo allá abajo. A lo lejos. El aire acondicionado dándome en la cabeza. El ruido que subía, típico de un veintitrés de diciembre.
¿Usted es feliz?
¿En qué sentido?
No filosofemos, me dijo, digamos en sentido general.
Yo podría morir hoy y estar satisfecha, si a eso se refiere. Pero ¿feliz?
La felicidad es un término tan subjetivo, cómo contarle de mi estado esta mañana al ver el violín sobre la mesa ,esperando en su caja antigua, por mis manos o la de mi hijo para que lo saquen de ahí, lo hagan sonar, lo vuelvan vida?
Cómo contarle que la lluvia cae mansa y frágil en los techos, el aire entra fresco, el cielo está gris y han puesto Mozart en la radio?
¿Cómo? ¿Eso constituye la felicidad? ¿Saber que mi hijo duerme en su cama, bajo mi mismo techo, es esa la felicidad? Para mí sí.

Pero hay otros momentos, en que mi pensamiento divaga, por los hospicios y las cárceles, las gentes bajo los techos de chapa y los que tienen malaria. He visto mucho por el mundo, he visto mucho de lo bueno como de lo  malo, para ser rotundamente feliz, esféricamente feliz.
Sé que tengo una sensibilidad extrema a situaciones que otros pasan de largo. ¿Ve? ¿Ve allá abajo, en la Avenida? Parecen hormigas , peor, parecen termitas, consumiendo, regalando a quienes odian, sólo un día, sólo por un día, buscan la foto. Yo no, me han sacado ya muchas fotos, no quiero más fotos de compromiso, ahora yo saco a quien quiero.

Si la pregunta está contestada me alegro, doctor mío, si no, lamentablemente le tendré que decir, que no, no soy feliz. Pero es mi esencia. Nací para ser enfermera sin fronteras y acá me tiene, casi una burguesa intelectual.

Sabe qué me gustaría, estar ayudando a los saharahuis, estar en Kabul, en Sodoma o en Gomorra, pero estar donde me necesitan los oprimidos. Pero todavía tengo un hijo a mi cargo que me necesita. Y bastante le hice vivir , al pobre, como para abandonarlo por los más necesitados. Mientras tanto, escribo, mientras tanto pinto, mientras tanto me hago la enferma y vengo a hablar con usted. Para probar que todos los psiquiatras son iguales. Recetan y adormecen a los sensibles llamándoles bipolares o TOC o ansiosos, como usted quiera, póngale usted el nombre que para eso estudió. Y le agradezco por eso Doctor, le agradezco.

Ahora soy yo la que pregunta: es  usted feliz sobre esta alfombra beige, con sus zapatos lustrados, los libros tan ordenados, el portero recogiendo la basura y usted teniendo que bajar a abrirme, quejándose del ruido de la avenida, cuando sabe que en el mundo hay injusticias extremas,  abusos de menores,  violaciones , asesinatos, hambre y mafias?
¿Va a brindar con champagne usted esta noche? Ah! no ...usted no festeja la Navidad! Va entonces, a brindar con champagne el treinta y uno?
Por quién va a brindar Doctor, dígame ?
¿quién es el cuerdo aquí de los dos?

Me fui de aquel edificio, y respiré el aire cochino del colectivo 80, me apretaban  los trabajadores que volvían de su laburo. Reflexioné sobre la impulsividad y la necesidad de proteger a otros, como me dijo el Doctor. Y me sentí un poquito menos loca. Más humana.

4 comentarios:

Dolphin Blue dijo...

Qué bien, más cosas bonitas.
Te sigo :D

Anónimo dijo...

encantada de conocerte ingrid!! igual, es como que me recordas a alguien........ hasta pronto... via lactea

D.Laurencich dijo...

gracias Dolphin, mi primera seguidora del blog, y anónima vía láctea, el recuerdo es del futuro, no te preocupes que nos hemos visto en el pasado lejano, sí...jajaj

aguacateyfresas dijo...

Usted es feliz...? Uff! mejor no me pongo a filosofar hoy...un saludo.