-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

14.9.11

Salidas nocturnas






No tengo ganas de salir. Meterme en el afuera.

Simular que río o me entusiasmo me deja más sola, más enterrada al volver.

Casi siempre me detengo en cosas que nadie comparte, a nadie interesan.
Marcan, como la orina del gato, un territorio. El pozo ciego, el puente levadizo cerrado.

Nada me da risa ni broto en llanto. Me decepciono al buscar una conmoción que sé, no sucede sino a veces, muy de vez en cuando, diría años de años. 

Entonces no espero, no tengo ganas de hablar, ni bailar en la peña de universitarios, ni comer empanadas aunque prometan , ni brindar con vasos grasientos, tomar frío, pasar calor, trasladarme sacudida en un colectivo.

Deje atrás el asombro, atrás la búsqueda, la esperanza.

Cuando llega la noche y la fatiga diurna se ablanda, se abren bien mis ojos mirando hacia adentro. Me encuentro. En las palabras que escribo, en las  impresas por otros, en películas con protagonistas a quienes siento como hermanos de sangre. 

Veo mi vida, conecto mi memoria, me vuelvo redonda, completa. 

También me gusta el silencio de las charlas chocando en la madrugada de la cocina, el ruido del fuego calentando el agua, la luz amarilla en las miradas.

Y después viene el sueño, revelador de ricos universos. El reencuentro con las personas que quiero o quise, quienes tal vez no fueron contemporáneas, pero las conjugo, me sorprende ver cómo dialogan, interactúan . 

Me divierte ver lo que no pude vivir y el onírico destino de mis vivencias, sucediendo todo junto en un acto, lejos del mundo que dicen real, del ruido de risas forzadas ,de bailes con jóvenes universitarios, quienes todavía creen en su inmortalidad. Ellos tienen tiempo para desperdiciar. Creen que el amor los completará. Buscan entonces una caricia, un consuelo, una mano que los guíe y les dé vueltas para marearse de momentos alegres, los cuales, casi siempre , confunden con la felicidad.

3 comentarios:

dodo dijo...

Excelente!

D.Laurencich dijo...

Grazie Dodoulis!

Mariluz GH dijo...

A veces me gustaría volver a confundir los momentos alegres con la felicidad, pero con los años que ya he vivido (por nada del mundo quisiera repetirlos, por Dios)

Me gusta leerte. Pero eso ya lo sabes

un abrazo :)