-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

31.10.11

Pregunta


Ah Kali! Durge Namo Namo!
Por qué tu criatura no puede. Por qué no puede echar su vómito, por qué le cuesta tanto , y se retuerce en un espasmo encolumnando toda su fuerza que ya hace rato la dejó de habitar?
Por qué hay sol en las plazas y los vendedores de antigüedades liquidan los últimos saldos mientras una madre joven tironea del brazo de su pequeño, que gime y llora con un chillido desafinado?
Por qué la adolescente que cruza se acomoda el pelo, sus jeans le ajustan, por qué otros pueden sentir la brisa marina, el amor o lo injusto de una mala compra de naranjas en el supermercado?
Porqué los taxistas hablan por sus teléfonos móviles, y el semáforo cuenta los segundos que restan para cruzar en la avenida Libertad, la que da al mar, la que da al océano, la que cruza en línea recta hasta la selva de Kenia, los Himalayas  y el mercado chino?
Ella vestía su camisola hippie y se bronceaba al sol, hace sólo seis meses en esa frontera entre la piedra y el mar, antes de la línea recta que cruza , de este lado del Camino de Santiago, de este lado de Libia y su líder muerto asesinado a piedrazos a balazos, y mostrado con toda la desmesura del impío, de este lado de la India donde te veneran y te cantan los Krishnas y prenden sus sahumerios  y se pintan el tercer ojo, ella también pintaba, la recuerdo al sol, sus ojos claros impúdicamente celestes en directa competencia con el cielo que nos cobija, ella pintaba, artísticamente dijo el enfermero, desnudo artístico dijo, y la hizo reír antes del vómito, después del sueño, antes del pinchazo , después de la lucidez, se sacudió como si nunca se hubiese pinchado en su vida, en un espasmo  que quizá fue el preludio de su otro espasmo y su vergüenza, de su fuerza involuntaria para poder sacar de su garganta ese mucus largo y denso que le dolía, y  nos dolía, el que le hubiésemos querido arrebatar como las madres cuando sus críos se atragantan con un pedazo de pan, y meten rápidas las manos sin sentir asco, sólo sintiendo el miedo a que la vida deje para siempre ese cuerpo atragantado estúpidamente por un pedazo de algo que le dieron para alimentarlos no para matarlos, para alimentarlos, pero que como un boomerang se interpone entre su deseo y esa consecuencia inmediata, y se resuelve en una arcada, y con esa arcada estaba ella luchando por su vida, que sabe o presiente se termina en horas , días me dijo él, nunca sé cuándo la voy a ver viva por última vez,  sus ojos fijos en un vacío que lo recorre como a ella, serpiente albina y calva, hermosa como la cantante irlandesa que  quiso demostrarle al mundo su rabia luciendo una cabeza redonda , perfecta, sin mechones de pelo rubio al sol y con el vómito que le recorría el tracto digestivo ya tomado por su cáncer, su metástasis, su fin pronto pero no ya,  haciéndonos partícipes a todos los que la quisimos de alguna u otra manera,  de esa despedida sin cronómetros, sin ge pe eses, sin arribo ni llegada,  sólo la duda , la pregunta de siempre, por qué a ella,  por qué, por qué.

A Juan, a Graciela.

4 comentarios:

Mariluz GH dijo...

Un beso para ella que no sé quién es; un abrazo para Juan, que no le conozco; y mi compañía silenciosa para ti, señora, llena de respeto.

Sólo un deseo: que sea cuanto antes para ahorrarle el resto del sufrimiento; a ella y a todos los que la amáis

D.Laurencich dijo...

gracias Mariluz! que así sea... abrazo

dodo dijo...

Un abrazo; con una lágrima...

D.Laurencich dijo...

Gracias Dodo, hay tiempo para reír y tiempo para llorar, a veces se conjugan.