-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

13.10.11

Ruidos nocturnos

De pronto, el ruido que me despertó se hizo más ancho, como si cupiera en la amplitud de los golpes que daba mi corazón, galopando en el silencio, galopando junto a los camiones , los primeros colectivos de la mañana, las primeras avestruces del campo, los aviones a chorro del otro lado del mundo, la vestimenta de los amantes antes de ser descubiertos, o mis diez primos preparándose para ir  a sus trabajos.

De pronto, bajé de mi sueño de mujer invisible, vuelta a nacer una y mil veces en esa rotunda vuelta de los sueños caprichosos , columpiándose entre mi hermana de ayer y la de hoy, mi padre muerto y mi madre ya reseca en su tumba, como dos rosas en su más privilegiado tiempo, ese tiempo fragante, del que habla el Chumilaj  Vuh, que vendrá después de la noche oscura inaugurada por Hernán Cortez en 1492, cuando los olores se asemejen a los perfumes y los perfumes no pertenezcan a las metrallas, ni a los heridos de bala, sino a la mañana, como fue siempre, como debió ser siempre, antes del olvido al que nos sometieron, y al que calladamente, como borregos, aceptamos.

De pronto, el tiempo había llegado, el ruido provenía de mi costado, ese costado que siempre archivé, que siempre oculté, y que estallaba ahora junto a los golpes de mi corazón, y como autómata me zambullí en la oscuridad que rodeaba la cama, sin pensar que las medias en el piso quizá me jueguen una mala pasada, en caso de pisarlas, o la cola de la gata, a quien yo, con mi más absoluta inocencia, quizá le pisara brutalmente con mis pies furiosos de encontrar la razón de ese ruido que presagiaba la muerte de alguno de los ocupantes del piso de arriba, y de los que yo no quería despedirme, aunque sabía que más tarde o más temprano, ese año era el definitivo. ¿Cuánto más podía retrasar su fuga?.¿ Cuánto más el ser analfabeta de sus miserias me dejaría dormir pensando en un mañana llevándoles el diario hasta su puerta?. ¿Cuánto más mi estúpido indagar en los tiempos idos los sostendrían atados con un hilo de caja de pizza , esos que se cortan con los dientes, a sus sillas, a sus camas, a su piso, a su ventana ya sin la pulcritud de los vidrios más limpios del barrio?

Fue entonces cuando el ruido entró por mis ojos al salir del cuarto a oscuras. El sonido burlón de dos adolescentes echados en un colchón sobre el  piso, cargados de muecas frescas de voces cavernosas , la ventana abierta por donde se entreveía la mañana amanecida en un rato, con un coro de pájaros que también dejó de piar como los adolescentes de hablar, para mirar todos juntos mis desorbitados ojos, mis movimientos sin traducción, preguntándose que mal bicho me había llevado hasta esa puerta, sin el pudor de una bata, con los pelos como electrificados por una corriente  para matar al último bribón que quiso robar un supermercado y que espera paciente  su muerte en el pasillo  de la cárcel de Texas sabiendo que no podrá asistir a su funeral sino en calidad de espíritu creyente en las sagradas escrituras védicas.

Schh!!!.....algo está pasando , dije en un tono cómplice pretendiendo disminuir mi ridícula presencia ante el coro de pájaros y adolescentes, fantasmas y personajes de sueños vueltos a su sino, gatos y condenados a la silla eléctrica: algo pasa arriba. Dos carcajadas me zumbaban al oído,  me trajeron nuevamente al lugar de dónde nunca debí haber salido, mi corazón como  potro tratando de frenar en algún estanque de agua aunque más no sea sucia, la gata  maullándole a mi inexplicable aparición, y el escaso entendimiento sonsacándoles a los adolescentes una promesa de no empujarse más en esos juegos tontos que tienen ellos, que utilizan en cualquier tiempo y lugar, aún vencidos por el sueño, esos empujones sin pensar, sin realmente tener un minuto de reflexión sobre lo que puede llegar a suceder si alguien susceptible como yo, sufriese de alta tensión arterial.

Por suerte, sé que alguien, lector, lectora, de esta crónica, se va a sentir identificado con mi situación, lo diga o no lo diga.
No soy exagerada, estoy vieja.

5 comentarios:

dodo dijo...

Tornar viejo cada dia es una conquista, pero a nadie le gusta el premio final ;-)

D.Laurencich dijo...

no sé si a nadie, mi querido Dodo, no estoy segura de eso, prefiero la dignidad de la muerte antes que la decrepitud de la lucidez! jaja pero eso es una larga charla con un Retsina en el medio , en un bar del Egeo, no?

Mariluz GH dijo...

Ni tan siquiera vieja, amiga mía... ¡estás viva!

Y sí, también he tenido un par de esas experiencias, que ahora me hacen sonreír con la misma fuerza que -en su momento- me desquiciaron los nervios...

¿sabes que hoy puede ser que gane el premio Planeta tu amiga Elvira Lindo?

dos abrazos, señora :)

pd Una cara muy simpática la tuya en el periódico alemán :)

Alberto Pez dijo...

This one kinda freaks me out...canned beauty!..

D.Laurencich dijo...

Bravo por Elvira, yo la voto! en cuanto a mi cara en el periódico alemán, creo que fue una de las épocas más felices de mi vida, completamente enamorada y rodeada de amigazos...
Alberto, you know me then...jajaj