-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

16.1.10

Dolor de muelas

Desde esta mañana , en que recibí un mail con un artículo de Galeano sobre Haití, me pregunto, qué es lo que hace que un pueblo sea tan cruelmente diezmado por tanta injusticia?
Es como esa gente, con quienes que uno se topa en la vida,  y uno las ve normales, sin vestigios de dolencias ni cicatrices exteriores, pero cuando comienza a escuchar su historia , no puede evitar sentir que los ojos se humedecen, que los problemas por los que uno está despotricando, son tan nimios y tan banales, que comienza uno a sentir vergüenza, a sentir, una especie de pudor , de idiotez, de querer callarse para siempre y nunca , nunca más emitir una queja.

En mi vida , estuve al lado de mucha de esta gente, escuché sus historias , algunas bellamente contadas, otras no tanto, pero siempre, siempre, lo que me dijeron al final, cuando yo les preguntaba cómo habían soportado tanto dolor, la respuesta era la misma, el dolor es el mismo que vos habrás sentido, alguna vez, el dolor es de cada uno, es intransferible, es, me dijo una vez una mina que ya murió hace rato, como un dolor de muelas, nadie lo puede sentir por vos.
Algo tan pequeño, tan diminuto como un pedazo de nuestro cuerpo, nos puede llegar a volver locos.

Y sí, creo que la gente de Haití, en estos momentos, como la de Hiroshima, de Auschwitz o las de las dictaduras, que han padecido vejaciones, deben sentir , no sus muelas, sino su cuerpo como una brasa ardiente, del cual no pueden escapar, de donde no se pueden apartar, y sólo les queda el espíritu de supervivencia. La más llana y brutal .
Sin pensar, ya en nada, sólo tomar agua, cerrar los ojos, o encontrar en algún lado un bocado para meterse en la boca.
Algunos rezarán, otros gritarán hasta quedarse sin voz, y otros harán cálculos matemáticos para olvidar el dolor, quién sabe.
Pero nadie puede sentirse ajeno a ese padecimiento, y ahí viene lo que no concibo y lo que me ronda en la cabeza, desde esta mañana. Cómo podemos seguir nosotros, los que no vivimos ahí, cantando, bailando, riendo? Como al lado de la foto que se ve abajo hay otra con las rutas  hacia el mar llenas de veraneantes que en fila quieren disfrutar? Los grupos de amigos que ahora mismo escucho  desde la ventana, sus risas, sus gritos de fiebre de  sábado por la noche, es lógica? ¿es lícito sentir alegría?
Recién, hablando con mi hijo por teléfono, quien está a unos cientos de kilómetros de distancia, sentí que lo mismo que a mí me preocupa, también a él, con sus catorce, le afecta de alguna manera.
Me dijo que si en este momento se ganara la lotería, se compraría una wii, me compraría algo a mí, -lo que quieras, no importa lo que cueste-, y lo demás lo donaría para darle agua y luz a Haití.
Si alguien como él, con catorce años, puede pensar en el momento más divertido del año, las vacaciones con sus amigos, en eso, tener presente aunque más no sea en el deseo a ese pueblo, por qué las bestias , las grandes bestias mundiales, no mueven las piezas rápido, para aligerar tanta miseria?
Seguimos pensando como Montesquieu? como Hume?
Seremos tan animales?
Recuerdo hace un par de años, en un paso por el aeropuerto de Miami, encontrarme en las largas esperas de tránsito hacia Guatemala, a gente hermosa, hermosa francamente hermosa, mujeres haitianas, con toda su belleza negra y su porte impecable, ser maltratadas por los hispanoparlantes o angloparlantes de esa ciudad.
Es una de esas imágenes ,que como cuando era chica, nadie me quería explicar por qué? Por qué?
Tal vez, porque somos capaces de creernos superiores a alguien sin conocer su historia. Como dice el dicho: antes de hablar de alguien ponte en sus mocasines, no?
Ojalá, que la vida nos depare un mejor destino que a ellos, pero que si nos toca, no nos olvidemos, que así como hoy le da la espalda tanta gente, a nosotros también nos puede pasar. Y calladitos, sin chistar, la muela  nos seguirá latiendo con un dolor intransferible.


 foto tomada del diario Página 12, del día sábado 16 de enero de 2010.

2 comentarios:

Dolphin Blue dijo...

Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí" (Martin Niemoeller)

Me acordé de esta cita ahora al leerte, porque normalmete hasta que los problemas no vienen a buscarnos no nos acordamos de nadie, porque somos así y siempre que tenemos un problema, aunque sea un dolor de muelas, como el "nuestro" dolor de muelas siempre va a ser el peor y más grande problema del mundo sólo porque nos está ocurriendo a nosotros y a veces hace falta que ocurran cosas como el terremoto de Haití para que nos demos cuenta de que eso no es así. Lo peor es que estos problemas existen todo el año, a ver si las personas que mueven los hilos se dan cuenta de una vez, que es lo que haría falta. Mucho ánimo para todos ellos, y empatía a kilotones para todos nosotros.

Un beso Ingrid.

Dolphin~

D.Laurencich dijo...

No todos, mi linda Dolphin, algunos se preocupan más por sus pequeños problemas, y hacen de eso un mundo, donde no hay catástrofes, sino las propias, no hay tsunamis, terremotos, ni nada. Sólo existen ellos. Pues que sean felices.Yo los admiro.