-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

3.1.10

Recuerdos del futuro



Hay una foto de como éramos nosotros dos entonces.  
Una foto tomada en ese blanco y negro que parece más fiel y perece revelar mucho más y mejor que todos los colores del mundo.
Aquí la tengo, no la he imaginado.
Me tranquiliza saber que algo de lo que creo recordar-algo que sucedió- me ofrezca una evidencia física e incontestable de su existencia.
Esta frase que dice Rodrigo Fresán en su libro Desde el fondo del cielo, también a mí me tranquiliza.
A veces me parece que lo que he vivido forma parte de una película, o de una novela, que yo no escribí, sólo fui su protagonista. No sé cómo me aprendí el guión. Lo aprendí. ¿Me fue dictado por los libros Akashicos? No lo sé, la cosa es que vuelvo y vuelvo a movimientos de piezas que , como en un deja vú, ya había hecho. Y si no fuera por las fotos, creería que estoy senil. Por eso me tranquilizan las evidencias físicas. Una foto, una prenda, un anillo. Algo. No lo inventé. Les guste o no les guste a los de siempre.

Ayer vi los Abrazos Rotos de Almodóvar, hacía más de una semana que la había comprado, y por H o B, llegó el fin de año sin verla. Me prometí a mi misma no ver nada el primero de enero que marque mi destino funestamente, como siempre lo hacen las películas que me alquilo, en una confusión, en una invitación, en algo. Ellas se me aparecen y hablan de lo que va a pasar en mi vida. Este año no quería que fuese así .Pero los Hados del destino cambiaron nombres, e hicieron jugarretas, para ver mi pasado que es lo mismo que el futuro citando nuevamente a Fresán:

Si el pasado es un país extranjero, entonces el futuro es una estrella lejana. 
Así que  ayer a la mañana, mi hijo me había bajado Secretos y Mentiras de Leigh, y me la ví enterita y feliz, pero cuando terminó me di cuenta que si bien hablaba de secretos y mentiras entre amantes y esposos, no era la que me habían pedido que viese para el sábado próximo, era Silk.
All right, me dije. Sigamos tratando con Elling.
Elling la traje de España en VHS, y acá ni se vio, ni creo que se vaya a  ver. Sin embargo es una de las mejores comedias suecas sobre un tema  ríspido como el de dos locos a los que le dan el alta en el hospicio, y comienzan a vivir solos en un departamento que les da el estado.
Es genial, y con mi hijo la hemos visto varias veces, para reírnos, y ponernos de buen humor.
El otro día,llevé el VHS a una casa especializada.Me la pasaron a devedé .
LLegó el primero de enero, me dormí sin poder articular ni un chau.
El dos: Elling de mañana, que bueno! Pero mi Mac no aceptaba el disco, le gritaba TRUCHO!! constantemente, haciéndome sentir  impotente. No tenía otra forma de verla. Pena, penita ,pena.
Así que anoche, cansada ya de luchar contra un destino armado y preparado para reír, puse Los abrazos rotos, de Almodovar. Película en la que hizo de doble del protagonista Lluis Homar ,el papá de mi hijo.
Y me dio escozor ver los lugares por los que yo , hace menos de cuatro años, iba y venía, reconocer en cada una de las escenas , la sombra y la luz de una isla que apenas mide 40 x 20 km, pero que está sobre el fuego, el fuego de los miles de volcanes que la habitan. Y caminar , y vivir sobre el fuego no es nada común y corriente. Se los aseguro.
Como no lo es caminar por el picón, que si bien no lo muestran en macro, se los puedo asegurar que duele, son puntitas de lava, pequeñitas que dicen, dicen los conejeros, así se llaman sus habitantes, que si caminás descalzo sobre el picón y lo aguantás, la isla te ha aceptado.
Creo que el accidente es el mismo lugar donde se mató (o lo mataron) el artista que hizo esa escultura que con el viento se mueve: son los Juguetes del Viento de César Manrique. Las escultura móviles que están diseminadas por toda la isla, y que fue lo primero que vi al llegar al aeropuerto, y lo primero que dibujó mi hijo.
Vi a Famara con su viento y me acordé de las historias de brujas que me contaban allí, la historia de Mararía, y las almas en pena que  vienen a llorar porque se hundieron en el mar. Y las viudas van a escuchar ese canto. Vienen a escuchar a sus hijos o maridos. No lo recuerdo bien. Fue le primer libro que leí en Lanzarote, hace tanto ya: Mararía de Femés. Una belleza para entender la isla.
Pues nada, aparece el Charco Verde, y una playita donde nos bañábamos en pelotas después de caminar unos kilómetros y Fran me contaba sobre su familia de pescadores y cómo se había convertido eso en una isla de guiris, o gringos.
El bungalow donde ellos se sacan la foto, era igual, igual, aunque no podría jurar que era el mismo, porque en Lanzarote son casi todos los bungalows iguales, igual al que me llevó Tom, un alemán que conocí en la guagua, a pasar tres noches con su ex Briggitte, un día que me rescató de la calle. Recuerdo tal cuál ese color en la pared, y el desayunador típico de la isla.
Y así puedo reconocer cada escena, dónde estuvo filmada, La Geria, una forma única de plantar vides enterradas en todo el mundo, Los Verdes, una cueva donde se guarda el mayor secreto de Lanzarote, donde Alicia pasa a través del espejo y todo se vuelve real.
Tantos recuerdos y para colmo el día había empezado con la llegada de la novela de mi amigo Emilio Garrido, desde Valencia.
Demasiado para un comienzo de año en el que más me gustaría, borrar de mi caché las cookies , que tener tanto para contar.
Por suerte Almodóvar se apiadó de mí y mandó ese final: las películas hay que terminarlas , aún sin verlas.
Gracias Pedrito.
Y gracias Emilio por el final después del chelo:
La música es el único amor que no me hace sufrir

No hay comentarios: