-Moraleja-dijo el narrador-: la locura es una flor en llamas. O en otras palabras, es imposible inflamar las cenizas muertas, frías, viscosas, inútiles y pecaminosas de la sensatez.

Angela Gorodischer
en La resurrección de la carne.

28.2.10

Chile






Hace poco, me llegó un mail, de esas amigas  lejanas  desparramadas por el mundo, que advertía cómo salvarse de un terremoto.
Recordé inmediatamente el ponerse a salvo bajo el marco de una puerta, que nos enseñaron de chicos, y me vino la imagen de una chica pequeña y su madre salvadas bajo de esa manera, en un libro que me impactó mucho, por todo lo que tuvo que ver con mi vida después, un un libro viejísimo de Marcela Serrano, Antigua vida mía
Página 148 , de la edición de mayo de 1996. Impreso en Chile.
Escuchamos a Violeta desde siempre opinar enfática: "la soledad de mi madre quedó sellada un día martes, a las once y media de la noche, el 24 de enero de 1939, el día del terremoto de Chillán."
The fact of a doorframe means
there is something to hold 
onto with both hands.
Cuando copió en su diario las tres líneas el poema de Adrienne Rich, "The Fact of a Doorframe", pensó que otros poemas podrían definirla mejor que aquél, pero lo dejó para más tarde, cuando la poesía adquiriese su real dimensión, mayor que el temblor de la tierra.
Porque la tierra tembló.(...)
       (...) Pero fue real, nosotras lo vimos. Era de noche ese verano cuando Oscar Miranda decidió ir al club. Un partido de dominó y un par de copitas, nada más, le prometió a su esposa Carlota. Ella, combinando paciencia con indiferencia, lo despidió en la puerta y, sin otro pensamiento, se dirigió al dormitorio a acostar a su hija Cayetana. 
          Oscar Miranda no  regresó más a su hogar ni volvió a ver a su mujer y a su hija de diez años. El cuerpo de Oscar Miranda quedó atrapado bajo un muro de la fuente de soda que él llamaba "el club". La tierra se abrió, cayeron las paredes y la ciudad se vino abajo.
          Cuando el movimiento comenzó en casa de Carlota , ella no dormía aún. Las pequeñas lágimas rosadas de su lámpara empezaron a bailar mientras Carlota fijaba los ojos en el techo, preguntándose para qué la habría puesto Dios sobre esta tierra. Sin alarmarse de inmediato-nunca perdía el control-, esperó a ver si las lágrimas rosadas detenían su movimiento. No se detuvieron. Entonces se dirigió al dormitorio de su hija. Sin despertarla, la levantó y, sujetándola contra su cuerpo grueso, avanzó hasta la entrada, hacia el marco de la única puerta grande de la casa. La pequeña abrió los ojos, desconcertada al verse en el alero, abrazó a su mamá mientras el mundo se bamboleaba como la nieve en su bola de vidrio cuando ella la sacudía. No, no tenía esa suavidad. Este movimiento era más fuerte y más brusco. Hasta que la pared del pasillo que daba a los dormitorios se empezó a resquebrajar, hasta que los cimientos cedieron y la casa se partió en dos.
       Ambas recordarían toda la vida los gritos en las calles, esos aullidos pedidos y lejanos, como una música de fondo para lo inmediato: la caída. Primero, de todos los objetos que las habían rodeado, y luego de las murallas de la casa que habitaban. 
       Carlota  y Cayetana, bajo el marco de esa puerta, no se movieron, no respiraron, no hablaron, no lloraron. La casa cayó y ellas se salvaron.
Y sigue, Marcela Serrano, sigue describiendo cómo , absurdamente, de acostarse con la rutina de siempre , se puede encontrar uno, con una vida nueva, completamente nueva, de la noche a la mañana, o a las cuatro de la tarde, con un hijo de la mano, y avanti. Las lágrimas para más tarde. Sin más nada que lo puesto. A enfrentar el mundo o lo que queda de él. No sé si alguno de los que leerá esto ha pasado por situación parecida, pero les puedo asegurar que es algo que  marca a fuego para siempre. Como escribía Marcela Serrano, nunca te olvidás de la realidad de ese marco al que ,con ambas manos, tuviste que aferrarte para salvar lo que más querías.

Pero volviendo al mail, que me llegó esa mañana, comencé a leerlo y después de pasarlo a quién lo debía pasar ( qué ilusa ,no? como si uno supiera dónde acontecerá algún fenómeno de este tipo) , me quedé mirando sus imágenes y me llamó la atención que no eran los marcos de las puertas dónde debía uno refugiarse, sino al lado de los muebles, cuanto más grandes mejor, ponerse en posición fetal y ahí aguantarse. Cuando todo se cae encima, al lado de un sillón o de algo sólido siempre queda un hueco, y ese hueco te permite respirar hasta que te rescaten.

No sé, creo que cada uno tiene su destino ya marcado, hagamos lo que hagamos, y nos situemos donde nos situemos para sobrevivir. Pero, hoy me acordé de eso.

Como apuntaba Ariel Dorfman en su Epílogo desde Chile, de Otros Septiembres:


LA BATALLA POR EL ALMA DE MI PAÍS RECIÉN COMIENZA

A los que murieron en la zona de Valparaíso,donde fui tan feliz y porque quizá me haya cruzado con alguno de ellos : Alma Berta Gómez Olmos, de 61 años. Luis Amador López Camacho, de 65 años. Paula Allardy, de 28. Elsa Saavedra Saavedra, de 58 años. 

María Angélica Erices Oñate, de 35. Luis Pettersen Herrera, de 92. Manuel Soto Picón, de 70 años, aplastado por un muro. Ricardo Andrés Reyes Fuentes, de 11. Otras tres personas No identificadas. Manuela Lopez, infarto secundario. Otin Enríquez González, aplastado por un muro 

Ana Astorga Llanos, asfixia por inmersión producto de las marejadas. 

a los desaparecidos: 

Maité Arrendondo Recabarren, de 18 años. Isabel Araya Pino, de 65. 

Juan Roberto Palma Azócar, 55 años. Javier Escalona Chamorro, de ocho años. Matías Brito Schiller, de siete años. María Angélica Pérez, de 37 años. Joaquín Ortíz Fajardo, de ocho. Dora Camacho Rojas, de 85. 

Acsa Chamorro Green, de 18 años. Un turista español cuyo nombre se desconoce. 
a los heridos:

Nicolás Escalona Chamorro, 12, internado grave en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar. Alberto Vergara de 40 años, herido leve en el Hospital Carlos Van Buren. Danilo Arredondo de 37 años, lesionado de mediana gravedad, en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar. 

Heriberto Brito, de 38 años, que permanece herido de mediana gravedad en el Hospital Carlos Van Buren. El menor Lucas Green, internado en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar. 

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