Desayuno con los chamanes.
Escucho los mismos sonidos que durante el último tiempo con mi padre.
El segundero del reloj de la cocina en su implacable avance,
la chuchara revolviendo infinitas vueltas contra la taza gruesa,
el chasquido ínfimo de las páginas del diario,
y las mandíbulas masticando con dificultad y esmero.
Esto es casi, la felicidad.
4 comentarios:
Hola, Danixa, que bueno que sigues aquí- ya hacía falta tu voz bloguera!
hola Dodou! qué lindo volver a encontrar a los amigos de blog...muchos ya se pasaron a fb y es una pena, allí hay más fast comunication, aquí me siento más cómoda! nos vemos Dodo!
Me estoy sonriendo, Diana, imaginando la escena tan entrañable...
Con mi mal hacer, ayer publiqué unos versos que hablan también de los recuerdos a mi padre... sincronicidad :)
un abrazo
ja, ya paso por tu blog y lo leo! besos
Publicar un comentario